“Parar los huesos de punta y ponerse a trabajar”
Doña Antonia Julia Videla
Antigua pobladora de Potrero de los Funes
Con una confianza de la que ya no se ve, me recibe contenta en su humilde hogar. No recuerda hace cuantos años vino a Potrero de los Funes, pero comenta que eligió vivir allí por la belleza de sus paisajes. “Vendí un terreno en la ciudad y compré otro aquí donde me hice un rancho toro (construcción con horcadas de palos y techo de paja a dos aguas)”.Con 82 años, y una voz muy clara comienza a contarme de su historia laboral:
“siempre he sido muy trabajadora, como un hombre a la par de mis esposos. Nunca nos faltó la moneda. Crié los chicos con ayudante para que los mandara a la escuela, mientras yo salía a trabajar en la cosecha de uvas o maíz, en la mina de chelita en La Florida, vendiendo achuras, hierbas medicinales, empanadas o pastelitos hechos por mí. Fui mucama de hotel, cocinera en Paso de las Carretas, crié a los hijos de Víctor Endeiza, el que fue Gobernador, y fui ama de leche de tres niños”. Antonia tuvo más de 14 hijos, no recuerda el número exacto porque su memoria comenzó a fallar. Se casó dos veces y dice que no hubo una tercera porque no quería enviudar más.
Comenta que está acostumbrada a las entrevistas. Varios canales de Buenos Aires y provinciales la han visitado. También de las radios la vienen a buscar para que cante música italiana, que le fue enseñada por un antiguo pretendiente:
“tenía unos 20 años y un gringo me pidió en matrimonio, pero mis amigas me dijeron que sería rica pero estaría encerrada; entonces le respondí que no. He sido libre y media macho toda mi vida, muy corajuda, no tuve miedo nunca”.
Hoy su vida es más tranquila, se levanta temprano pero no al amanecer “recién ahora sé lo que es estar en casa, y mate en mano voy haciendo los quehaceres”. Vive con un hijo, Antonio Díaz (46). Cocina comidas criollas como empanadas de hojaldre, sopas, guisos de lenteja y estofados. Le gustaría construirse un local para vender sus comidas caseras a los turista que vienen a pasear, pero “la platita no alcanza”.
Le pido un consejo para la juventud y muy seria responde: “esta vida es más difícil que antes, hay que parar los huesos de punta y ponerse a trabajar” y agrega “no como yo, que según un refrán: soy materia dispuesta, hago la cama y duermo la siesta”.
Un ejemplo de lucha, esfuerzo e independencia, de una mujer que desde el siglo pasado busca cambios en su rol social.
